domingo, 18 de octubre de 2015

Los bienes públicos y la gestión privada
Nosotros, como ciudadanos y, por ende, contribuyentes que somos, estamos continuamente disfrutando de los bienes públicos que gestiona el estado y que son financiados por nuestros impuestos. El ejemplo más común es el de la defensa nacional, un servicio de protección ciudadana que a todos nos garantiza la seguridad y del que es muy difícil excluir a una persona en concreto. Por lo general, este tipo de servicios está gestionado y administrado desde la Administración Pública, bien sea desde el Estado Central o bien desde subdivisiones de éste.
En realidad, cualquier bien público puede ser gestionado de manera privada y discriminado mediante precio. Pensemos en una autopista. Bien es cierto que el uso de la misma por un determinado vehículo no impide el uso por otros vehículos pero, al introducir un precio (en forma de peaje) estamos disuadiendo el consumo de esta vía por los usuarios de la misma. Sin embargo, a nadie se le impide tomar una ruta alternativa para llegar a su destino. Son los llamados bienes públicos no puros. Esta división puede hacerse de la siguiente manera:
  • Bienes públicos puros: son los bienes públicos por definición, es decir, aquellos en los que tanto la característica de exclusión como la de no rivalidad son características puras del mismo. Por ejemplo, la seguridad nacional o bien el alumbrado público.
  • Bienes públicos no puros: son aquellos en los que se puede excluir del consumo del mismo a algunas personas, normalmente mediante la aplicación de un precio, habiendo alternativas privadas que satisfacen la misma necesidad mediante precios. Tales son los casos de la educación o la sanidad.
Evidentemente, todas estas definiciones son difíciles de aplicar a la vida real, en especial la de los bienes públicos puros. Todos los bienes o servicios, incluyendo la seguridad o la justicia, son susceptible de ser ofrecidos por empresas privadas y, por tanto, discriminando mediante precio; de hecho, en muchas ocasiones, es más eficiente que sean las empresas privadas las que lo gestionen.
En cualquier caso, los bienes públicos suelen estar ofrecidos donde la iniciativa privada no llega. La demanda de estos bienes públicos de una persona coincide con el total; en el caso del alumbrado público, estará encendido independientemente de que por esa zona pasen 1.000 o 2 personas. Y es que los bienes públicos son consumidos por todos los ciudadanos, independientemente de la renta. Estos son, precisamente, los bienes públicos.

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